Desde que tengo uso de razón y sobretodo memoria hay tres cosas que me han acompañado o caracterizado: parecer de menor edad a la real (no se enojen chicas, así pasa) disgusto hacía lo matemático y el insomnio.
Este último en formas y características distintas conforme la edad y coyuntura: de niño era algo que nunca supe porque me sucedía, siempre tenía más energía por la noche que en las mañanas o tardes, incluso en más de una ocasión mi madre hacía severos enojos por andar activo después de la 1 am y otras veces me gane dulces cinturonazos cortesía de mi papá como efectivos somníferos entre semana. De hecho creo que desde la infancia nació mi gusto por la bohemia o vida nocturna entiendase salir con amigos, ir a antros, parrandear, etc. Inolvidables las vacaciones en compañía de mis primos donde jugábamos hasta las 2 0 3 de la mañana y el desatine a las tías por no querer dormitar.
Ya en la pubertad-adolescencia los "permisos" para pernoctar o dormir a deshoras iban en aumento (creo que mis apas aplicaban la psicología inversa) aunque la desesperación en mi persona por no poder juntar las pestañas se hizo presente en forma constante porque ya había pasado el reto de los desvelos cuando eres chámaco pero después cuando uno esta en proceso de convertirse en adulto (o como tus papas mejor dicho) deja de tener sentido aventurero y se necesita dormir para no llegar tan chaqueto a la escuela o simplemente evitar la molesta sensación de dormir poco o nada. Recuerdo las veces en que unas niñas de la secundaria me arrebataron el sueño, cuando en mi debut como besucón me pasaba todo el día recordando lo que podía recordar y en la noche con nulos impulsos hormonales (lo juro) repetía la escena que había grabado
Instalado ya en la etapa adulta o por lo menos designarme así al portar el IFE las cosas tomaron matices en extremo. Continué con el insomnio ipso facto, ese que tengo desde chavo y parece ser hereditario pero en la etapa universitaria aparecieron un par de causas que nunca había experimentado con tanta fuerza: amor e inspiración.
Viviendo un amor intenso durante mi estancia universitaria estaba en la etapa en que cualquier momento se lo entregaba en cuerpo y alma aunque suene cursi y eso incluye mis sueños, me provocaba insomnio el quererla ver de inmediato, la ansiedad de que fuera otro día y estar abrazándola, besándola, oliéndola, riendo y todo eso que te provoca el fall in love. En cuanto a la inspiración daba sus rastros de existencia en el bachillerato pero como dormía en litera no tenía a la mano donde apuntar el cumulo de idea que aparecían sin avisar en mi cabeza, aparte que en ese momento tenía la extraña idea de que la inspiración era el comienzo de una desviación sexual... consecuencia del ocio.
Por cuestiones escolares y personales se me hizo costumbre y ya un habito el tomar un lápiz o pluma y una hoja o superficie donde pueda escribir lo que siento es de valor, me puede servir en el trabajo o quisiera catartizar (espero exista ese verbo) de hecho por culpa de el insomnio fue que viaje por primera vez a Canadá.
Y así como el amor quita amablemente el sueño su contraparte lo hace en forma furiosa y sin tregua a olvidar brevemente el trago amargo; esas veces de insomnio por desamor me crean una sensación tan contradictoria y es de lo poco que no quisiera pasar de nueva cuenta en mi vida por algún tiempo y peor que fueron un par en tan poco tiempo y es eso lo que se alarga en la madrugada sumado a la sensación de frustración, enojo y tristeza.
La preocupación laboral, el esperar la respuesta sobre si las pastillas de emergencia funcionaron, si aprobé un examen o esperar un viaje también están en mi itinerario pero creo son derivados de las anteriores las cuales siento contienen su originalidad.
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